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La Ley 13.010 de sufragio femenino fue sancionada en Argentina el 9 de septiembre de 1947 y promulgada el 23 de septiembre del mismo año. Estableciendo este último como el Día Nacional de los Derechos Políticos de la Mujer.

Este viernes se conmemora el 75° aniversario de una lucha que comenzó a principios del Siglo XX, de la mano de las primeras sufragistas, y que se convirtió en un derecho de la mano de Eva Perón. Fue aprobada durante el gobierno de Juan Domingo Perón y se puso en vigencia por primera vez en las elecciones presidenciales del 11 de noviembre de 1951. De este manera, se celebra un nuevo aniversario de la promulgación de la ley que estableció el voto femenino, una herramienta para la paz y la democracia.

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La directora del Museo Provincial Hogar Escuela Eva Perón, organismo dependiente de la Secretaría de Cultura de Entre Ríos, Sara Liponezky, analizó distintos momentos del histórico discurso de Evita. Revisitando el espíritu político y de género de aquellas palabras.

“El mensaje pronunciado por Eva Perón el 23 de septiembre de 1947 para anunciar la sanción de la ley que consagra los derechos políticos de las mujeres argentinas es quizás de los más consistentes conocidos. En lo personal, lo he escuchado y leído varias veces y siempre me impresiona su carga conceptual y su pasión. Por eso me ha inspirado algunos comentarios, a partir de su transcripción completa”, explicó la titular del Museo ubicado en Paraná. En esta nota se reproducen algunos tramos de este estudio que forma parte de varios contenidos escritos y audiovisuales que el Museo publicó en esta semana de la trascendental fecha aniversario.

Destinatarias

“Mujeres de mi Patria: Recibo en este instante, de manos del Gobierno de la Nación, la ley que consagra nuestros derechos cívicos. Y la recibo, ante vosotras, con la certeza de que lo hago, en nombre y representación de todas las mujeres argentinas. Sintiendo, jubilosamente, que me tiemblan las manos al contacto del laurel que proclama la victoria.Aquí está, hermanas mías, resumida en la letra apretada de pocos artículos una larga historia de lucha, tropiezos y esperanzas”, expresó Eva Perón en el inicio de su alocución.

En este sentido, la titular del Museo explica que “este párrafo tiene un enorme significado y simbolismo. Al decir “de manos del Gobierno” describe un hecho francamente excepcional ya que pocas personas en la historia han recibido esa clase de ofrenda. Que la coloca como depositaria de un mando: hacer cumplir la ley sancionada. Pero ella prefiere no ser autoreferencial, aclara que lo hace “en nombre y representación” de todas. Resigna el “yo” para potenciarse en el “nosotras” e inscribirse en una epopeya que le precede. Así lo confirma en su reconocimiento a las luchas que forman parte de la nueva gestación. Una grandeza poco visible en las lideresas y líderes de este tiempo. Es muy fuerte su apelación a las presentes como “hermanas”. No dice “compañeras” usa un sustantivo cargado de afectividad y sin sectarismo, propio de quien se siente ligada por un vínculo tan poderoso como la sangre. Y es consistente con su percepción del logro en sentido colectivo”.

Reconocimiento a las pioneras de la lucha

En otro tramo Evita señala: “Hemos llegado al objetivo que nos habíamos trazado, después de una lucha ardorosa. Debimos afrontar la calumnia, la injuria, la infamia. Nuestros eternos enemigos, los enemigos del pueblo y sus reivindicaciones, pusieron en juego todos los resortes de la oligarquía para impedir el triunfo”.

Sobre este párrafo, Sara Liponezky remarca que “esa referencia a la larga historia es un acto de justicia riguroso con el proceso de reclamo por los derechos políticos de las mujeres, en los albores del Siglo XX. Para aquellas pioneras como Alicia Moureau, Julieta Lanteri, Cecilia Grierson y otras. Evita explica esta nueva reivindicación en un contexto político caracterizado por la emergencia de sectores históricamente marginados, que acceden a nuevos derechos, bienes y servicios (los trabajadores, las mujeres, las infancias desvalidas, los ancianos). En ese marco inscribe a la ley conquistada como un triunfo sobre los mismos grupos dominantes que resisten la inclusión y su contracara, la perdida de privilegios. Asocia la lucha de las mujeres con la de todo el pueblo, en un proceso de transformaciones sociales inédito. Esa concepción es importante para situar a las expresiones actuales del feminismo y tener claro el rumbo”.

Un legado, una gran responsabilidad

Evita destaca la enorme tarea que este derecho representa de ahora en más para la mujeres, y lo expresa en varios tramos de la parte final de su exposición: “Desde un sector de la prensa al servicio de intereses anti-argentinos, se ignoró a esta legión de mujeres que me acompañan; desde un minúsculo sector del Parlamento, se intentó postergar la sanción de esta ley. (…) Pero nada podían hacer frente a la decisión, al tesón, a la resolución firme de un pueblo, como el nuestro, que el 17 de octubre, con el coronel Perón al frente, trazó su destino histórico. (..) El sufragio, que nos da participación en el porvenir nacional, lanza sobre nuestros hombros una pesada responsabilidad. Es la responsabilidad de elegir. Mejor dicho, de saber elegir, para que nuestra cooperación empuje a la nacionalidad, hacia las altas etapas que le reserva el destino, barriendo en su marcha los resabios de cuanto se oponga a la felicidad del pueblo y al bienestar de la Nación”.

“El voto que hemos conquistado es una herramienta nueva en nuestras manos. Pero nuestras manos no son nuevas en las luchas, en el trabajo y en el milagro repetido de la creación. Tenemos, hermanas mías, una alta misión que cumplir en los años que se avecinan. Luchar por la paz. (…) Con el voto, contribuiremos a la perfección de la democracia argentina, mis queridas compañeras”.

Y sobre esto, la directora del Museo, aporta algunas reflexiones finales. “En esta última parte de su mensaje Evita menciona la palabra Paz como una misión de las mujeres. Pero le aplica un contenido asociado al combate contra los enemigos del pueblo y de la soberanía nacional. No es la “quietud de los cementerios”, no es aséptica, sin condiciones. Y otra vez Evita vincula esa herramienta valiosa con la perfección de la democracia. Para concluir, la sensación a flor de piel es que su lectura nos deja mudas, pero no nos paraliza. Nos mueve a la reflexión, la admiración y la pasión. Fortalece la convicción de que como mujeres, con vocación de transformar la inequidad social y defender nuestra identidad nacional, con esa marca de origen, somos casi invencibles”.

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