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Gran parte de la zonas más productivas del país se mantuvieron durante horas bajo alerta por el Servicio Meteorológico Nacional. Algunos relevamientos advierten por pérdidas.

 

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El fenómeno climático «El Niño» recordó esta semana cuáles son sus características más marcadas y lo hizo cuándo menos lo necesitaban en el sector productivo. La campaña no requería ahora de la cantidad de precipitaciones que se registraron y mucho menos en tan poco tiempo.

 

Un período de fuerte inestabilidad que comenzó el martes con una celda de tormenta que viajó desde Santa Rosa (La Pampa) hasta el AMBA, provocó tormentas muy fuertes en localidades como 9 de Julio y Bragado, entre otras. Ese evento de tiempo severo trajo vientos, lluvias y granizo, que provocaron fuertes destrozos en las zonas urbanas y particularmente en las regiones productivas.

 

Un relevamiento preliminar realizado por la Sociedad Rural de 9 de Julio tras el temporal estima que unas 35.000 hectáreas de producción mayormente agrícola -aunque también ganadera- fueron afectadas. Si bien es muy apresurado calcular pérdidas, se cree que el daño en los lotes de soja y maíz oscila entre 50 % y 100 %.

 

Desde la Bolsa de Comercio de Rosario, advirtieron que «las recientes lluvias que se acumularon en la región núcleo generaron excesos hídricos que afectan directamente a la producción”. Es que hay localidades en el sur de Santa Fe, como Bigand y Santa Teresa, que recibieron más de 300 milímetros de precipitaciones en lo que va de marzo y allí los lotes de soja se encuentran encharcados, con lo cual es probable que una vez que baje el agua se advierta algún tipo de pérdida de rendimiento.

 

Uno de los mayores problemas radica en que las cosechadoras no pueden ni podrán ingresar a los lotes por varios días, con lo cual el atraso en la recolección de los maíces que ya existía se hará más notorio. Por ahora, el impacto se hará visible en los lotes de soja que queden bajo agua y en los de maíz que no se puedan levantar en el momento más oportuno.

 

Lo mismo ocurre con la recolección de girasol en varias zonas del sur bonaerense (uno de los núcleos girasoleros más importantes) donde el cultivo está listo para ser cosechado. Sin piso, la oleaginosa quedará a merced de las enfermedades y del daño que pueda sufrir por la alta humedad, entre otras afectaciones.

 

Qué cultivos podrían verse «favorecidos»

En el caso de la soja de primera, las lluvias llegaron en un momento crítico porque la mayor cantidad de las plantas ya pasaron el momento más importante de su desarrollo. Quizá es probable que las sojas de segunda y los maíces tardíos se vean favorecidos por las precipitaciones, siempre y cuando no sufran por exceso de humedad.

 

Este tipo de situaciones, no sólo afecta la calidad y la eficiencia de la recolección de los granos sino que además genera un retraso en el calendario para la entrada de los cultivos de invierno, donde se deberán acortar los ciclos productivos atentando contra una mayor eficiencia en los rendimientos.

 

Lo único que se puede rescatar como “positivo” en este contexto, se basa en que las lluvias -dependiendo de cuántos milímetros caigan- podrían fortalecer los cultivos en el último tramo de la campaña de soja y maíz. Al mismo tiempo, elevan las reservas de agua en suelo de cara a la próxima campaña fina. En este sentido, vale la pena destacar que la cantidad de agua con la que se inicia la siembra de trigo y cebada es fundamental para apuntalar los rendimientos a futuro.

 

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