Al intendente de Bovril, Fabián Valenzuela, bien le vale el refrán «Haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago»… o por lo menos eso opinan algunos vecinos de su ciudad. El sábado el sacerdote del pueblo celebró un casamiento en la iglesia San Miguel y el hecho generó gran indignación ya que está prohibido debido al avance de la pandemia del coronavirus.
Los reclamos y la indignación se propagó por las redes sociales y entonces el mandatario municipal se pronunció sobre el hecho, criticando duramente a todos los que participaron del evento prohibido. Como un boomerang, las manifestaciones negativas se volvieron hacia él y muchos memoriosos le recordaron que en abril de este año fue noticia porque junto al viceintendente José Gillig recorrieron la ciudad con el “Chancho-Móvil», una camioneta cargada con un «chulengo» y lechón asado, supuesto premio de una rifa.
En ese momento las autoridades locales, violaron el aislamiento social preventivo y obligatorio dispuesto por el Gobierno Nacional (decreto Nº 297/20), agasajaron a las familias en las Pascuas de Resurrección, paradójicamente “por cumplir el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio”. El hecho no sólo un llamado de atención por parte de la ministra de Seguridad, Rosario Romero, también cobró relevancia nacional.
(UNO)