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Importantes conceptos y precisiones del presidente de COOPAR.

 

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La política y el sector agropecuario “hace muchos años que caminan por senderos paralelos, pero desconectados totalmente unos de otros y sin sentir la necesidad de estrechar lazos de comunicación. Así, la pandemia y la cuarentena pusieron sobre el tapete falencias en el comportamiento de los dos actores, a los cuales me refiero, con una salvedad. Uno es culpable por su accionar y el otro es responsable por su inacción”, afirmó a AIM el presidente de la Cooperativa Agrícola, Ganadera y de Servicios Públicos Aranguren Limitada (Coopar), Felipe Pablo Berruhet.

 

El dirigente cooperativista agregó que, su pretensión, y la de miles de argentinos, “es tener un país serio, progresista, incluyente, con calidad de vida y que enamore, pero esto no será posible –al menos por ahora-, porque el mayor sector productivo y el encargado de administrar una nación, están distanciados desde hace muchos años”.

 

A pocos días de concluir el año, estamos, probablemente, “en la transición de la pandemia a endemia, considerando por el primero de los términos a la actual situación en que existe una “infección descontrolada en todo el mundo”, que cobró fuerza con la aparición de Ómicron, cuando aún Delta seguía avanzando y contagiando en muchos países.

 

Para Berruhet, sin tener mayores pretensiones que un sencillo análisis, “es importante recordar los daños económicos y sociales que ocasionó la pandemia de Covid-19, y un acto que surgió como consecuencia, como lo fue la cuarentena. A los otros perjuicios que son infinitamente mayores y significativos, los dejaré al margen de estos comentarios. Los sectores que pretendo analizar son la política y el agropecuario, sus participaciones, sus responsabilidades y sus méritos”.

 

Al respecto, agregó: “Solo utilizaré tres datos económico-sociales para poner en contexto las ideas venideras: 45 por ciento de pobreza, 20 por ciento de desocupación y 10 por ciento de indigencia, todo esto, en nuestra República Argentina. Estos guarismos son los que dejó la pandemia y su consecuencia, la cuarentena”.

 

También cuestionó que “la política y el sector agropecuario hace muchos años que caminan por senderos paralelos, pero desconectados totalmente unos de otros y sin sentir la necesidad de estrechar lazos de comunicación. Así, la pandemia y la cuarentena pusieron sobre el tapete falencias en el comportamiento de los dos actores, a los cuales me refiero, con una salvedad. Uno es culpable por su accionar y el otro es responsable por su inacción. Mi pretensión, y la de miles de argentinos, es tener un país serio, progresista, incluyente, con calidad de vida y que enamore, pero esto no será posible –al menos por ahora-, porque el mayor sector productivo y el encargado de administrar una nación, están distanciados desde hace muchos años”.

 

No obstante, se sinceró: “Algo estaremos haciendo mal los dos involucrados, porque como dice el refrán: Errar es humano, pero echarle la culpa a otro es aún más humano. Sin embargo, cuando el resultado final de un proyecto depende también de lo que hagan otros equipos, todo cambia. Y esto va para los dos sectores”.

 

El contador pidió efectuar un repaso de algunos temas puntuales. “La pobreza del 45 por ciento, cuyo número es un flagelo en sí mismo, solo se puede combatir con mayor generación de empleo privado. La Argentina hace 10 años que no genera empleo registrado y eso porque no están sentados en una misma mesa los actores públicos y económicos, con el objetivo de llegar a un acuerdo que traiga bienestar a toda la población, sin mezquindades políticas y económicas, solo buscando que los ciudadanos que la están pasando mal, empiecen a estar mejor. Nadie, en lo público o en lo privado, se lo plantea. Entonces, surge una pregunta: ¿Cómo piensan las autoridades salir de este estado si no pactan con toda la sociedad, incluyéndonos como sector? O, ¿realmente cree la política que con más intervencionismo de los mercados agropecuarios, con más aumentos de impuestos, con más cupos para exportar, con más dólar atrasado, con más aumento de la inflación, llegaremos al paraíso?”.

 

Hace falta participación

Más adelante agregó que el sector agropecuario “tiene como obligación imprescindible participar en política partidaria, aquí y ahora, porque no puede estar ajena a la responsabilidad de ayudar a encontrar el camino que salve a nuestra nación de un daño social y económico mayúsculo. El sector agropecuario debe ser parte de un acuerdo general con nuestra sociedad y más aún, tiene que ser promotor de ese acuerdo, lo debe reclamar a los cuatro puntos cardinales, para que la sociedad comprenda que no solo somos el sector económico más grande y eficiente de la Argentina, sino también el sector que mayor conciencia política y social alberga”.

 

Desocupación, un flagelo con solución

Berruhet aclaró que “la desocupación del 20 por ciento es el flagelo más sencillo de resolver, pero más difícil de implementar. Las razones son simples: empezaríamos a pisar algún interés corporativo de sectores del trabajo y del empresariado, con un actor que oficia de juez. Y es justamente la justicia que, en el afán de proteger al más débil, termina perjudicando al sector trabajador en su conjunto. Un ejemplo basto de muestra: nadie que tenga una Pyme toma un empleado, sabiendo que en un futuro cercano le puede costar su empresa; así de simple y sencillo”.

 

Y señaló que “en la economía argentina sobran trabajo y trabajadores. Pero, entonces, ¿alguien puede explicar por qué no hay vinculación entre estas dos situaciones? Y más aún: ¿nadie se lo preguntó, redobló la apuesta, o lo planteó en términos sencillos? Es en este punto donde existe responsabilidad de la política y mezquindad sectorial”.

 

Indigencia vergonzosa

El productor agropecuario destacó que “el 10 por ciento de indigencia ya tiene otra connotación: somos todos los argentinos, sin distinción de clase, lugar o profesión, culpables de que 4.000.000 millones de conciudadanos la estén pasando mal, muy mal. No comer, no vestirse, no tener un techo donde cobijarse, no tener acceso al sistema de salud, en un país como la Argentina, es casi una blasfemia bíblica difícil de justificar. Ningún dios de ninguna religión podría perdonarnos por esta situación, pero lo peor de todo, es que no hacemos nada estructural para modificar estas situaciones. Si nosotros como generación pudiéramos ayudar para que esa indigencia salte a una pobreza digna, habremos justificado nuestro paso por la tierra”.

 

Por eso propuso “pensar como un sector que debe saber qué hacer o cómo colaborar para que los tres porcentajes descriptos anteriormente sean un mal recuerdo dentro de 30 años. Pero para lograr eso tenemos que ponernos a trabajar hoy. En rigor, me refiero a tener, como sector agropecuario, impronta social, participar en las comisiones de clubes, escuelas, asociaciones gremiales, o parroquias. Es imprescindible asumir una impronta política, participar en política partidaria, ser concejal, diputado, intendente, o ministro. Impronta económica: asociarnos con otros pares y desarrollar una Pyme, encarar un negocio, ayudar a impulsar una empresa de la zona”.

 

Berruhet explicó que esos son sus deseos para el año venidero, “convencido que 2022 nos encontrará juntos y unidos, si hay voluntad de todos los actores”.

(De la Redacción de AIM)

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