El Área ANAF de General Ramírez viene trabajando desde diferentes perspectivas para abordar problemáticas de crianza y violencias en la niñez.
octubre está dedicado a la difusión de una “Crianza sin Violencia”, con el objetivo de crear conciencia sobre el hecho de que ninguna forma de violencia contra los niños es justificable.
Por eso durante este mes se profundizaron las actividades desde el Área de Niñez, Adolescencia y Familia. En particular se puso énfasis en lo que refiere a límites en la crianza, referido esto al proceso de enseñanza que realizan los adultos, en el cual les explican a los niños las cosas que se pueden o no hacer, los lugares y momentos en que deben hacerlo.
Un límite es un marco de referencia donde puede manejarse con libertad, sin riesgos. Brinda un soporte o sostén donde apoyarse. Por eso, los límites son necesarios y constituyen una forma de expresar cuidado y amor. Contar con límites que son explicados con claridad, ayuda a los niños y niñas a fortalecerse emocionalmente.
Cuando, como madres y padres les ponemos límites, los ayudamos a que aprendan a esperar, preparándolos tanto para tolerar las frustraciones que tendrán en sus vidas, para buscar recursos y alternativas a aquello que desean y no pueden satisfacer en ese momento. Si ahora aprenden a esperar para hacer lo que quieren, podrán transitar con más herramientas la vida adulta.
Ponerles límites es difícil pero no imposible. Si trabajamos sobre nosotros mismos junto a otros que se encuentran en la misma situación, podremos encontrar respuestas y descubrir en nosotros nuevos recursos para la crianza de nuestras hijas e hijos.
Algunas sugerencias elaboradas por el Área ANAF
- Utilicemos los límites en tiempo presente y situaciones concretas. Seamos claros en transmitírselos.
- Permitamos que tomen pequeñas decisiones en su vida, acordes a su madurez. Pero no les consultemos si quieren hacer lo que les pedimos.
- Estemos atentos a no calificarlos con adjetivos, sino referirnos a las acciones que están mal.
- Evitemos enojarnos con su enojo o usar amenazas y represalias ya que pueden generar angustia y no ayudan a que niñas y niños comprendan el motivo de nuestra reacción.
- Ayudémoslos a reparar cuando cometen un error. Aceptemos que tanto ellos como nosotros podemos equivocarnos, pero también darnos cuenta y así cambiar nuestra actitud.
- No les consultemos sobre cuestiones sobre las cuales su opinión no importa, porque son del ámbito de decisión de los adultos, como si quieren ir a la escuela o si quieren tener un hermanito.