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El Ministerio de Seguridad de la Nación elevó a 12 millones de pesos el monto de la recompensa para quien pueda aportar datos que permitan dar con el paradero de los seis integrantes de la familia Gill, oriunda de Crucesitas Séptima.

El Ministerio de Seguridad de la Nación elevó a 12 millones de pesos el monto de la recompensa para quien pueda aportar datos que permitan dar con el paradero de los seis integrantes de la familia Gill, oriunda de Crucesitas Séptima, en el departamento Nogoyá, cuyo paradero se desconoce desde hace 22 años.

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Se trata de Rubén “Mencho” Gill, en 2002 de 55 años; su esposa Margarita Norma Gallegos, de 26 años; y sus hijos María Ofelia de 12 años; Osvaldo José de 9 años; Sofía Margarita de 6 años; y Carlos Daniel, de 2 años.

Cabe recordar que fueron vistos por última vez en el velorio de un amigo de la familia, el 13 de enero de 2002, en Viale, a treinta kilómetros de La Candelaria, el campo de Alfonso Fernando Goette en el que vivían y donde Rubén Gill trabajaba como peón. Después, su destino es un misterio.

Los parientes de los Gill se enteraron de la desaparición recién después de tres meses. Fue Goette quien les avisó: se presentó el 3 de abril en la casa de Luisa, una hermana de Rubén Gill, preguntando por ellos. Les dijo que habían salido de vacaciones y que no regresaron. Sugirió que podrían estar en la casa de unos parientes en Santa Fe o que tal vez habían viajado a buscar otro empleo en el norte. No obstante, la familia siempre lo apuntó como sospechoso y nunca creyó que los Gill se hubieran ido por su cuenta, ya que no conciben que nunca más se comunicaran con ellos.

En ese sentido, sobre la familia Gill no aparecen en registros oficiales ni migratorios, nunca tuvieron trabajos registrados ni los chicos nunca fueron inscriptos en ninguna escuela. Ninguno de ellos fue detenido ni se presentaron a votar.

Durante la investigación para encontrarlos se barajaron e investigaron distintas hipótesis. En los últimos años, tras la muerte de Alfonso Goette en 2016, hubo nuevos rastrillajes en la estancia La Candelaria. En aquel momento, un contratista rural, que trabajó varios años en el campo, decidió aportar un dato y hubo excavaciones, pero no se encontró a la familia Gill.

 

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