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Las excavaciones en el campo La Candelaria arrojaron resultados negativos sobre el paradero de la familia Gill. En tanto, ahora realizan nuevos rastrillajes en una zona cercana, a partir del dato de otro vecino.

La llegada otra vez del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) renueva las esperanzas de las familias de Mencho Gill y Margarita Gallego, que junto a sus cuatro hijos desaparecieron en enero de 2002.

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Este lunes los expertos realizaron nuevas excavaciones buscando a la familia Gill. El sitio fue marcado por testigos al juez de Garantías y Transición de Nogoyá, Gustavo Acosta, quien desde su llegada a la investigación le ha dado un impulso que no tuvo durante muchos años.

El Equipo Argentino de Antropología Forense realizó hoy en Nogoyá en el campo La Candelaria, en Crucesita Séptima, nuevos rastrillajes para dar con el paradero de la familia Gill, cuyo rastro se perdió en el verano de 2002 y de quienes desde entonces no se tienen noticias.
Lamentablemente el rastrillaje realizado durante la mañana y mediodía de lunes, arrojó resultados negativos.

Según fuentes ligadas a la investigación el EAAF llegó al campo a las 8 de la mañana. La comitiva esta a cargo del antropólogo Juan Nóbile, quien llegó a Crucesitas por primera vez en marzo de 2019.

Juan Nobile, del EAAF, ya vino seis veces: se realizaron tres excavaciones; una vez se pasó geo radar, y las otras dos, para georeferenciar puntos dentro del establecimiento rural La Candelaria.

El juez de Garantías y Transición de Nogoyá, Gustavo Acosta, que desde 2015 tiene la causa por “averiguación de paradero”, tal como se caratuló la investigación en un primer momento, decidió pedir el auxilio del EAAF cuando entendió que con las herramientas corrientes se le cerraban todos los caminos para dar con los Gill. El antropólogo Nóbile estuvo aquí en marzo de 2019 luego de que la Justicia entrerriana le enviara una copia de todo el expediente de los Gill -15 cuerpos-, fotografías de La Candelaria, y datos de planimetría-.

Ahora, un nuevo testimonio, de otro vecino de La Candelaria, mueve a la búsqueda del probable destino fatal de los Gill. El testimonio de este nuevo testigo -que pidió que su nombre quede en reserva- apunta a que allí, en el campo, Gill realizó una excavación por orden del dueño de la estancia La Candelaria. Pero señaló un sitio distinto al que ya ha sido inspeccionado, publica Entre Ríos Ahora.

Otros datos sobre el caso de la desaparición de la Familia Gill

No hay registros oficiales ni datos migratorios sobre el destino de José Rubén «Mencho» Gill, un peón rural que tenía 56 años cuando desapareció; su esposa Margarita Norma Gallegos, de 26; ni sus hijos María Ofelia, de 12; Osvaldo José, de 9; Sofía Margarita, de 6 y Carlos Daniel, de 2.

La familia fue vista por última vez cuando regresó de un velatorio en Viale el 12 de enero.

Ya el 13 no hubo más novedades. Nadie en la estancia, de alrededor de 500 hectáreas, que pertenecía a Alfonso Goette, quien murió en 2016 en un accidente automovilístico, sabía de ellos.

La causa cayó en manos de un Poder Judicial que no hizo nada hasta 2015 con la llegada de Acosta.

En 2017, volvió a entrevistar a uno de los testigos, y le contó que el 14 de enero de 2002 había visto a Gill quejándose por los pozos que le había ordenado cavar el dueño del campo donde trabajaba.

«Él dice que ese día vio a «Mencho» Gill cavando pozos en el campo y que estaba enojado por ese trabajo», dijo.

Con ese testimonio, el juez de Garantías de Nogoyá, Gustavo Acosta, encabezó un allanamiento en la estancia y puntualmente sobre la zona que marcó el testigo.

En 2018, se registraron imágenes de video y fotografías para determinar la ubicación y las coordenadas del campo donde trabajaba Gill.

Luego, en 2019, el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) trabajó junto al Gobierno de Entre Ríos en la búsqueda en el campo, realizando numerosas excavaciones, aunque con resultados negativos.

María Adelia Gallegos, la madre de Margarita, esposa de Gill, aseguró años atrás que «el error es buscarlos vivos, porque ellos ya están muertos y enterrados» y pidió «que busquen donde vivían hace catorce años, que es el campo de Alfonso Goette».

La desaparición de la familia Gill fue dada a conocer, en primer lugar, por el empleador quien visitó a una de las hermanas de «Mencho» para preguntar por ellos, y seis meses después, en agosto de 2002, un familiar hizo la denuncia.

Testimonios

La última pista que sigue la Justicia la aportó un contratista rural que conoció en vida a Rubén Gill.

En febrero de 2018, el juez de Garantías de Nogoyá, Gustavo Acosta, que ahora tiene la causa, caratulada “averiguación de paradero”, encabezó un operativo en la estancia La Candelaria, en Crucesitas Séptima.

Fue a partir de los datos aportados por Armando Nanni, un testigo que apareció tras la muerte del dueño del campo, Francisco Goette, en 2016, y que está convencido de que los Gill están muertos y enterados en el mismo lugar adonde vivieron, la estancia de Crucesitas Séptima.

En octubre de 2017 hubo un allanamiento a la estancia, y Nanni marcó dos lugares posibles. La Justicia contrató a una empresa especializada en excavaciones, que el 5 de febrero de 2018 comenzó la tarea, pero al final de varios días de faena no encontró sino restos de animales muertos.

“Quito” Villanueva, que vive frente a La Candelaria, propiedad de Alfonso Francisco Goette, cree haber visto al “Mencho” Gill cruzando a caballo el lunes 14 de enero de 2002, y eso contó en la Justicia de Nogoyá. La declaración de Villanueva es otro dato clave: es el último que vio a Gill con vida.

La muerte de Goette produjo un giro inesperado en la causa. Armando Nanni, un contratista rural de Tabossi, que supo realizar trabajos de siembra en el campo de Goette, y que conocía a “Mencho” Gill, se animó entonces a hablar.

Nanni no había querido hablar antes por “miedo” a Goette. Pero con Goette muerto, acudió a los Tribunales de Nogoyá, y habló con el magistrado a cargo de la causa, el titular del Juzgado de Transición, Gustavo Acosta.

Y dio un dato: que los Gill no se fueron de viaje ni están en otra provincia sino que podrían estar en el mismo lugar donde siempre, la estancia La Candelaria. Muertos. Y enterrados.

Y aportó una pista a la Justicia: que veinte días antes de que desapareciera la familia, en el verano de 2012, “Mencho” Gill cavó dos pozos, uno en el lecho de un arroyo que entonces estaba seco.

El lunes 23 de octubre de 2017 hubo un allanamiento en el campo La Candelaria, cuyo casco principal está desocupado. Fue una primera inspección ocular de la Justicia.

El primer pozo inspeccionado no arrojó ningún resultado.

El juez Acosta recién volvió al campo de La Candelaria el 28 de diciembre de 2018, para una tarea puntual: recogió 107 fotografías del lugar, realizadas con un drone, y con la colaboración de la División Criminalística de la Policía de Entre Ríos se realizaron dos informes con las coordenadas de la estancia, y del lugar donde está el segundo pozo señalado por Nanni y todavía no revisado.

Todo eso se puso en manos del licenciado Juan Nobile, del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), que es el organismo en quien se depositan ahora las esperanzas para la búsqueda de los restos de los Gill. (UNO)

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