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Todavía repercuten en los animales las secuelas de tres años de sequía y esto impacta en los precios. Con variables a favor, tamberos buscan revertirlo. 

 

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Un informe del Instituto para el Desarrollo Agroindustrial Argentino reveló que a nivel país la producción de leche del primer trimestre de este año fue de 2.224 millones de litros, contra los 2.582 millones de litros de 2023. Esto significa una caída interanual del 14%, y en promedio fue la más baja de los últimos cinco años.

También cayó en el mismo lapso un 20% el consumo de leches fluidas. Estas bajas generan un fuerte cimbronazo en la actividad de los tamberos, que en la Argentina se posiciona como la sexta cadena agroindustrial en volumen de trabajo generado: el sector productivo primario está compuesto por unos 10.200 tambos, que generan unos 45.000 empleos directos y unas 680 industrias procesadoras de leche, con unos 35.000 empleos directos.

De las seis cuencas más importantes de lechería, Entre Ríos ocupa el cuarto lugar, con el 3,5% de la producción; después de Córdoba y Santa Fe, que lideran con un 33% cada una, y de Buenos Aires, que aporta un 25%. En el quinto y sexto puesto están La Pampa y Santiago del Estero.

Dentro del territorio entrerriano existen alrededor de 800 tambos, en manos de 600 propietarios, ya que “hay tamberos que tienen más de un establecimiento”, explicó a UNO Damián Schneider, vicepresidente de la Cámara de Productores de Leche de Entre Ríos (Caproler), quien además indicó: “La mayoría son emprendimientos familiares, con un promedio de producción de 1.500 litros diarios”. Con respecto a la merma, sostuvo: “En Entre Ríos estamos padeciendo también la caída en el consumo y en la producción. Por eso es el aumento de precios en la góndola de la leche y de otros productos derivados. Tuvimos una merma en la producción que nos está pegando, porque si bien podemos vender bien la leche, no tenemos la cantidad necesaria para cubrir el mercado”.

A mercerd del clima
“El factor climático es lo que más incide. Venimos arrastrando secuelas de una sequía que se prolongó durante tres años, que fue histórica; y también consecuencias económicas del último año, o año y medio, que no permitieron lograr la nutrición como corresponde en el ganado lechero y eso trajo aparejada una baja en la producción. Después, cuando empezó a llover nos agarró una ola de calor en febrero y marzo; fue calor húmedo, que es muy perjudicial para los animales. Luego vinieron días lluviosos que también afectan el desarrollo de la actividad: las vacas no pueden ir a comer al campo y eso produce un descenso en la producción también”.

El productor mencionó que por estas cuestiones hoy en día se adelantó el consumo de reserva de alimentos que está destinada para el invierno. “Las vacas no pueden ir a comer al campo, como es normal hacerlo. Básicamente se les da algo de pradera, y los silos que están destinados más para el invierno también se están utilizando tempranamente. La idea es siempre contar con un margen de reserva de forraje, pero si no hay qué darle, hay que acudir a eso”.

Por otro lado, mencionó que la ola de calor que generó la declaración de emergencia para este y otros sectores en 2023 generó además efectos en la reproducción. Al respecto, Schneider sostuvo: “La vaca que está por parir en un momento de calor sufre un estrés bastante grande y es justo al inicio de la lactancia, por lo tanto se inicia mal en ese período y después le cuesta mucho más llegar al pico de producción. Eso significa menos producción y es una consecuencia que se paga durante los nueve o 10 meses siguientes”, describió.

Optimismo
Más allá de estos resultados, se mostró optimista en el corto y mediano plazo: “Estamos trabajando todavía con los números en rojo, pero esperamos un pronto repunte y empezar a ver los primeros números verdes en los gráficos. El precio que le pagan al productor hoy está entre los 35 y los 38 centavos de dólar, que siempre fue nuestro objetivo; o que con un litro de leche podamos comprar dos kilos de maíz, que también fue una referencia que siempre tuvimos para saber si estamos cobrando bien o mal. Actualmente los números dan, están en esos valores; lo que necesitamos ahora es que se sostengan en el tiempo para poder recuperar lo perdido, porque venimos de un año y medio, dos y tres años también, con números al filo. Lo que falta ahora es volver a alcanzar los niveles de producción normales que siempre tuvimos para completar la rueda. Si todo marcha bien, llegando a la primavera es cuando se logran los mejores picos de producción”, comentó.

A su vez, subrayó: “El tema de la estabilidad del dólar también nos viene muy bien para poder proyectar un poquito más a largo plazo, al igual que la estabilidad de los precios de los commodities, que serían la soja y el maíz principalmente, ya que esto nos venían golpeando muy fuerte a finales del año pasado: cada dólar soja que largaban, cada dólar agro, nos duplicaba los costos de alimentación de los animales de la noche a la mañana y no había cómo afrontarlo; había que dejar de darle ese alimento, con lo que eso significa: no solamente pérdida de producción, sino además pérdida de estado físico de las vacas, a las que cuesta preñarlas después. Se pierde mucho más de lo que por ahí se piensa o parece”.

Buenas prácticas lecheras
El sector tambero hoy está trabajando en conjunto con el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y con la Secretaría de Producción. “Nos sumamos a un proyecto que tienen para lograr llevar las buenas prácticas agropecuarias en general a todos los tambos, y lograr un producto inocuo de buena calidad que después podamos defender mejor a la hora de entregarlo a la industria”, comentó Schneider, en referencia al programa que promueve “una producción sana, segura y amigable con el ambiente, los animales y las personas”.

Acerca de sus alcances, Horacio Jaureguiberry, coordinador provincial de Lechería –que depende de la Dirección de Producción Animal–, precisó a UNO: “Es un programa que ya se lanzó y estamos en la etapa de divulgación. La idea es trabajar con todas las instituciones, incluyendo a Caproler, para que los profesionales, tanto veterinarios como agrónomos, sean capacitados y tengan un certificado para implementar estas Buenas Prácticas en tambos que se quieran sumar, y sumamos a las industrias también”.

“La implementación de Buenas Prácticas está relacionado a una guía que a nivel nacional ya se viene trabajando y se viene mejorando siempre”, dijo, y detalló la modalidad de trabajo: “Una vez que se llega al tambo, se hace una lista de chequeo. Son unas 121 actividades que se evalúan, para luego hacer un plan de mejora individual para cada tambo, con dos posibilidades: primero, implementar capacitaciones que se pueda hacer en general con los establecimientos, porque hay muchos temas que son comunes a todos los tambos; y otros que son individuales, que se trabajan con cada uno. En segundo término, puede gestionar una línea de financiamiento para poder cumplir con esas actividades que sí necesitan erogación económica más que capacitación, o quizás las dos cosas. Por ahora, la única línea que tenemos es la del Consejo Federal de Inversiones (CFI), pero que es muy buena”.

Por último, Jaureguiberry recordó que además de la leche que se comercializa, en las industrias entrerrianas del sector se elaboran otros productos, y destacó: “Lo que más se produce en las pymes es el queso, y después bueno tenemos algunas empresas que hacen también leche en polvo, como es la Sibila de Nogoyá, que es la más grande a nivel Entre Ríos, que exporta mucho afuera leche en polvo, suero en polvo y todo eso. Hay buena calidad: La Pequeña, que es de Urdinarrain, salió primera en los últimos dos concursos de dulce de leche repostero, y también en el anterior en el concurso de queso y manteca que se hizo en Córdoba el año pasado”.

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