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El Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) autorizó, con carácter excepcional, la importación, comercialización y uso de una vacuna inactivada destinada a combatir la Hepatitis por Cuerpos de Inclusión.

El Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) autorizó, con carácter excepcional, la importación, comercialización y uso de una vacuna inactivada destinada a combatir la Hepatitis por Cuerpos de Inclusión (HCI), una enfermedad infecciosa que afecta a las aves domésticas.

Esta medida, determinada a partir de la publicación de la Resolución 950/2024, estará vigente por seis meses y responde a la necesidad urgente de mitigar los efectos de esta enfermedad, la cual causa significativos perjuicios económicos al sector avícola. Este esfuerzo no solo tiene implicancias para la salud y bienestar animal, sino que también impacta directamente en la inocuidad de los alimentos que llegan a la mesa de los consumidores.

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La HCI es una enfermedad que se encuentra presente en Argentina y en gran parte del mundo, afectando particularmente a las aves en sistemas productivos intensivos. Cuando se manifiesta en forma de brotes epidémicos, la afección puede generar altas tasas de mortalidad y pérdidas económicas considerables para la industria avícola. En este contexto, la autorización de Senasa resulta central para evitar la propagación de la enfermedad y salvaguardar la producción avícola nacional.

El incumplimiento de esta normativa podrá resultar en sanciones, con el objetivo de garantizar que todas las operaciones de importación y comercialización de estas vacunas se realicen bajo estrictos controles sanitarios.

 

Necesidad de importación y condiciones

El Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (CEPA) ha alertado que las dosis de vacuna disponibles en el mercado local no son suficientes para cubrir la demanda, lo que podría derivar en una crisis sanitaria en la industria avícola si no se toman medidas inmediatas.

La situación se agrava por la alta tasa de mortalidad que la HCI puede generar en las aves, especialmente en aquellas destinadas a la producción de huevos y carne, lo que podría tener un impacto negativo no solo en la economía del sector, sino también en la oferta de productos avícolas para consumo humano.

Frente a esta situación, el Senasa ha autorizado la importación excepcional de vacunas inactivadas que contengan los serotipos 4, 8b y 11 del virus de la HCI. Estas vacunas están dirigidas principalmente a las aves abuelas y reproductoras, las cuales son clave para mantener la cadena productiva. Al inmunizar a estas aves, se busca evitar la transmisión del virus a sus descendientes, garantizando así la continuidad de la producción y minimizando las pérdidas económicas.

Las firmas interesadas en importar estas vacunas deben cumplir con una serie de requisitos estrictos para garantizar la calidad y seguridad del producto. Primero, deben haber iniciado el proceso de registro del producto veterinario ante el organismo sanitario y que este se encuentre en etapa de revisión. Además, es obligatorio presentar un Certificado de Libre Venta (CLV) expedido por la autoridad sanitaria del país de origen, donde se detalle la fórmula completa del producto y el establecimiento donde fue elaborado.

Cada lote de importación también debe cumplir con requisitos documentales específicos. Entre ellos, se exige un Certificado de Análisis que avale la inocuidad del producto y la ausencia de agentes extraños, además de un documento que contenga la información detallada sobre la elaboración de la vacuna y el control que respalda cada lote.

Senasa, a través de su Dirección General de Laboratorios y Control Técnico, realizará pruebas adicionales para asegurar la esterilidad de cada lote importado, emitiendo un certificado correspondiente antes de que las vacunas puedan ser comercializadas y utilizadas.

Este control riguroso es esencial para evitar cualquier riesgo de contaminación o ineficacia de la vacuna, lo que podría poner en peligro la salud de las aves y, por ende, la seguridad alimentaria. La medida es vista como un paso necesario para contener la propagación de la HCI en el país y asegurar la continuidad de la producción avícola en condiciones sanitarias adecuadas.

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