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La inocuidad de los alimentos es la ausencia, a niveles seguros y aceptables, de peligro en los alimentos que puedan dañar la salud de los consumidores.

 

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Los peligros transmitidos por los alimentos pueden ser de naturaleza biológica, química o física, como bacterias, virus o residuos de pesticidas, entre otros.

Las cinco claves para la inocuidad:

Separar alimentos crudos de cocidos: Usá equipos y utensilios diferentes (cuchillos, tablas de cortar) para manipular alimentos crudos. Conservá alimentos crudos y cocidos en recipientes separados.

Mantener los alimentos a temperaturas seguras: No dejes alimentos cocidos a temperatura ambiente por más de 2 horas y enfriá lo más pronto posible los alimentos cocidos y perecederos. No descongeles alimentos a temperatura ambiente.

Cocinar completamente: Especialmente carnes rojas, pollos, pescados y huevos. Herví sopas y guisos. Para carnes rojas y pollos, cuidá que no queden partes rojas en su interior. Recaliente completamente la comida cocinada.

Usar agua y materias primas seguras: Debe ser agua de red o estar potabilizada antes de ser consumida. Elegí alimentos frescos o procesados como la leche pasteurizada. Lavá las frutas y verduras, especialmente si se van a consumir crudas, y no utilices alimentos después de la fecha de vencimiento.

Mantené la limpieza: Lavate las manos con jabón entre 40 y 60 segundos antes y durante la preparación de alimentos, y después de ir al baño. Lavá y desinfectá todas las superficies, equipos y utensilios. Protegé alimentos y el área de la cocina de insectos, mascotas u otros animales.

Incorporar estas pautas básicas en la preparación y consumo de alimentos es clave para mantener la inocuidad de los alimentos y cuidar la salud pública.

 

Fuente: Senasa

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