Santiago Tapia, del Senasa, advirtió que la expansión del brote fue más rápida de lo que se esperaba y sostuvo que habrá que administrar las dosis ya que en el país hay cerca de tres millones de caballos.
El médico veterinario y miembro por la Sociedad Rural Argentina (SRA) de la Comisión Nacional de Sanidad Equina del Senasa, Santiago Tapia, estimó que los laboratorios nacionales tendrían a disposición 350.000 vacunas “en dos semanas” contra la Encefaliomelitis Equina, aunque admitió que aún serían insuficientes para la demanda.
“Hay paliativos como corticoides y sueros cuando los caballos se enferman, pero lo importante es que llegue la vacuna. En este momento, (el laboratorio) Zoetis tenía vacunas en cantidad nada más para algunos movimientos de concentración de caballos. Algunos van a países vecinos, pero es muy caro. Sale US$ 15 o US$ 16 y sólo se usa para proteger animales muy valiosos de las fincas”, manifestó Tapia este sábado en diálogo con Radio Colonia.
Según los laboratorios nacionales –indicó- “en dos semanas podría haber 350.000 vacunas” junto con alguna tanda importada.
“Lo que hay que ordenar es como distribuirlas porque van a haber pedidos por dos millones. Va a ser una carnicería. El lunes la Comisión Nacional de Sanidad Equina del Senasa tendrá una reunión porque queremos saber cómo va a ser el mecanismo de distribución”, explicó el veterinario y productor equino.
Tapia explicó que “hay cerca de tres millones de caballos” en el país, y manifestó que la expansión del brote “fue más rápida de lo que se pensaba en un inicio”.
La Encefalomielitis Equina es una enfermedad exótica transmitida por vectores –especialmente mosquitos infectados por aves- durante las épocas estivales a equinos, incluyendo caballos, yeguas, burros, cebras y sus híbridos.
La tasa de letalidad puede llegar al 90%, en el caso de la Encefalomielitis Equina del Este (EEE), de entre 20% a 30% para la Encefalomielitis Equina del Oeste (EEO) –la variante que afecta al país actualmente- y de entre 40% y 90% para la Encefalomielitis Equina Venezolana (EEV), con la posibilidad de dejar secuelas en los equinos que convalecen.
El periodo de incubación de la enfermedad, entre la infección y los síntomas, es de entre 5 a 14 días, y los signos son neurológicos ya que afecta al sistema nervioso central e incluyen deambulaciones, hiperexitación, depresión, hipertermia y decúbito.
La enfermedad también puede afectar a humanos, aunque suelen no presentar síntomas o desarrollarlos de manera leve, con poca mortandad.
Para Tapia, el Senasa “hasta ahora viene impecable e hizo lo que tenía que hacer”. “No puede hacer más que encontrar el brote, comunicarlo, tipificarlo y poner las restricciones necesarias”, explicó.
El experto señaló que la falta de vacunas se debe a la ausencia de demanda y la pérdida del hábito de inocular a los caballos.
“En la década de los ochenta fueron los últimos brotes y ya en los últimos años se dejó de vacunar y se dejó de exigir la obligatoriedad de la vacuna. La gente se relajó y dejó de vacunar, y ahí el Senasa paulatinamente fue cediendo las exigencias. Los laboratorios, como nadie compraba vacunas, las dejaron de hacer porque sino tenían que tirar su producción”, explicó.
Una situación análoga –señaló- se dio en Uruguay, mientras que Brasil “no está con problemas porque vacunaron”.
Tapia estimó que con la vacunación masiva que habrá frente a los recientes brotes del virus, inicialmente habrá “un problema de costos por la falta de oferta y la alta demanda”, pero que luego se equilibrarán.
“La vacunación debería ser exigible. La única vacunación obligatoria que tienen los caballos hoy es para la influenza y sólo para concentraciones. Generalmente los poleros terminan comprando la triple con influenza, tétanos y encefalomielitis por lo que están cubiertos, diría, sin querer de la enfermedad”, sostuvo.
Además de vacunar, Tapia recomendó “combatir los vectores”, escudando los caballos con caravanas de vacas y fumigando en lugares como “caballerizas”, “boxes” y “alrededor de las cabañas”, resaltó Télam.