Tras una reunión, ATER, AFIM, Trabajo, Migraciones y el gremio mercantil procuran avanzar contra la competencia desleal y la falta de registro de empleados
La expansión de los supermercados de origen extranjero –particularmente aquellos de origen asiático– es una tendencia que lleva varios años. Se trata de una realidad que no solo alcanza a Paraná, sino a toda la provincia y también gran parte del país.
Teniendo en cuenta los preceptos de la Constitución nacional, el país está abierto a los inmigrantes. El problema, en realidad, es la competencia desleal y la falta de regularización de los trabajadores que denuncia el sector mercadista local.
Ante este cuadro, hubo una reunión días atrás convocada por la Secretaría de Trabajo de la Provincia, extensiva a organismos nacionales, provinciales y municipales. Estuvieron miembros de la Administración Tributaria de Entre Ríos (ATER), la Agencia Fiscal Municipal, de la Dirección de Habilitaciones del gobierno municipal, e incluso delegaciones provinciales de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), de Migraciones y del Ministerio de Trabajo de Nación.
Allí, según la cartera laboral, se asumió el compromiso «de trabajar en conjunto para optimizar el control comercial en Paraná y luchar contra el trabajo marginal y la competencia desleal del sector». El secretario adjunto del Sindicato de Empleados de Comercio de Paraná, Rubén Bernabé, comentó que si bien es cierto que no hay rigurosos controles por trabajo registrado, este tipo de inspecciones se encaran a partir de denuncias de los trabajadores. «Nosotros, de oficio, no podemos hacer controles. Actuamos a partir de los reclamos de los empleados», indicó.
Tercerización
En ese sentido, citó que en el caso de los mercados asiáticos se trata de familias que incluso tercerizan las áreas de verdulería y carnicería, mientras que los propietarios quedan a cargo de la parte de alimentos secos. Tampoco hay un riguroso control sobre la propiedad de los locales. Según el sindicato, hay registrados 57 supermercados de propiedad de personas de origen asiático en la capital provincial. Pero no descartó que haya otros más.
En ese marco, indicó que los empresarios mercantiles locales, dueños de autoservicios, transmiten la competencia desleal que representa, por ejemplo, la falta de inscripción de los trabajadores. «Un empleado, entre salario y cargas tributarias, tiene un costo de 32.000 pesos», especificó Bernabé, al hacer referencia a los costos que deben afrontar los supermercadistas locales, y que los mercados de origen asiático no abonan al tercerizar, por ejemplo, áreas como verdulería o carnicería.
Es por eso que en el marco de la reunión se acordaron acciones para avanzar con prácticas de campo en conjunto, en la lucha contra el trabajo marginal y la eliminación de las prácticas desleales de comercialización. El secretario de Trabajo, Oscar Balla, sostuvo: «El objetivo principal consta en luchar contra el trabajo no registrado y mejorar la competitividad para cuidar las fuentes laborales».
En Concepción también se quejan por la falta de controles
Los supermercados chinos ya son una abrumadora mayoría en Concepción del Uruguay y se siguen abriendo cada vez más y mejor equipados que los anteriores. De ocupar galpones o grandes salones alquilados han pasado a comprar terrenos, edificar y montar sus propios comercios desde cero y en tiempos récord. A esto se suma también una nueva modalidad, que es la de comprar los fondos de comercio de supermercados conocidos e instalados desde hace años en La Histórica para transformarlos en «otro súper chino».
Según remarcó el titular del Centro Comercial uruguayense, Román Tófolo, este tipo de comercios, directamente ilegales, o rayanos a la ilegalidad, proliferan por la falta de controles de parte del Estado. «Concepción del Uruguay ha perdido totalmente la capacidad de contralor en todas estas actividades: no hay inspectores y todo prolifera sin mayores inconvenientes, no hay un cuerpo de inspectores municipales, no existen las inspecciones de AFIP, ni tampoco desde la Provincia en lo que corresponde a ATER. A los únicos que se presiona cada vez más es a los comerciantes que están inscriptos».
Y sobre los supermercados chinos, acotó: «Por su metodología de trabajo son comercios muy difíciles de controlar. Son espacios prácticamente familiares, donde conforman círculos cerrados donde los horarios laborales y las costumbres comerciales están ocupados en su mayoría por trabajadores chinos; es una realidad en todo el país y se está conviviendo con ella».
En el ámbito de los comercios de prendas de vestir, Tófalo también destacó la presencia cada vez más pronunciada de locales bolivianos. «Esto también es una realidad, y muchas veces se da que ni siquiera son comercios de origen boliviano, sino que son capitales argentinos que toman familias bolivianas para que se hagan cargo de la atención de los comercios», dijo.
(Uno)