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Especialistas del CONICET trabajan en una la tecnología altamente específica, que genera un menor impacto ambiental; así como también en la utilización de genotipos del cultivo resistentes al insecto. 

 

La preocupación de los productores agrícolas por las pérdidas productivas y económicas provocadas por el Dalbulus maidis en la campaña agrícola 2023/24, trajo consigo una reducción de la intención de siembra de maíz para el ciclo 2024/25. El insecto, es el transmisor de patógenos que causan el achaparramiento del cultivo, maíz, una enfermedad que afecta gravemente los rendimientos.
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Ante este panorama, la especialista en el manejo de plagas en cultivos extensivos del Centro de Investigaciones y Transferencia del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires (CIT NOBA, CONICET), Inés Catalano, junto a un equipo de científicos del Centro de Bioinvestigaciones de la Universidad Nacional del Noreste de Buenos Aires (CEBIO, UNNOBA) trabajan en el desarrollo de estrategias para minimizar los daños que este insecto puede ocasionar y así poder brindar mayores certezas a los productores.

Una de las alternativas para el tratamiento del problema de la chicharrita del maíz en las que trabaja el CONICET es el desarrollo de una tecnología ARN interferente (ARNi) (Secretaría de Bioeconomía)

Tecnologías ARNi para combatir la chicharrita

Una de las alternativas para el tratamiento del problema de la chicharrita del maízen las que se trabaja desde el Laboratorio de Insectos de Interés Agronómico, que Catalano dirige en el CEBIO, es el desarrollo de una tecnología ARN interferente (ARNi) que, a diferencia de los insecticidas comunes, que actúan de forma indiscriminada sobre todas las especies de insectos (inclusive inocuos o benéficos), tienen la virtud de ser altamente específicas para la especie plaga que se busca controlar y, en consecuencia, generan un impacto ambiental menor.

La tecnología ARNi, explican desde el CONICET, replica un mecanismo natural que tienen las células para silenciar ciertos genes y disminuir o impedir la síntesis de algunas proteínas, evitando que cumplan sus funciones. Para ello, el ARNi usa moléculas de ADN de doble cadena (ARNdc) que se unen a moléculas de ARN mensajero (ARNm) y evitan, de esta manera, su traducción en proteínas.

En primer lugar, el grupo de Catalano secuenció el transcriptoma de D. maidis en todos los estadios de vida del insecto, de manera de inferir cuáles son los genes que se expresan en cada etapa, y así reconocer los que están involucrados en la elevada eficiencia reproductiva del insecto, para diseñar estrategias o tecnologías que reduzcan la población de esta plaga.

Catalano explicó que pudieron identificar genes vinculados a la ovogénesis de la chicharrita, tras lo cual comprobaron que “ARNi tiene el potencial de usarse como base de tecnologías aplicadas para controlar poblacionalmente al insecto”. Posteriormente, con la identificación de una molécula altamente expresada en el sistema digestivo de la chicharrita. Luego de los resultados obtenidos en laboratorio, el equipo está diseñando alternativas para aplicar a campo, la tecnología de ARNi.

Genotipos resistentes

Otra de las estrategias que analizan para reducir las pérdidas de rendimiento por el achaparramiento es la utilización de genotipos de maíz resistentes a la chicharrita o a los patógenos que este insecto transmite. Para ello, el equipo del CEBIO trabaja tanto en la identificación de genotipos más resistentes, como de los mecanismos de acción involucrados en esta resistencia. Esto contribuiría al desarrollo de programas de mejoramiento para reducir el impacto de esta enfermedad que daña al maíz, y asegurar que, ante la presencia de poblaciones de D. maidis, los productores puedan sembrar híbridos con un buen nivel de resistencia.

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