En los fundamentos de la sentencia, el tribunal destacó que la joven ejecutó «un plan pre ordenado», que remató a la víctima en el piso y que los disparos «fueron certeros y directos al corazón». Los puntos centrales del fallo.
La joven de 19 años fue hallada culpable de asesinar a su novio, Fernando Pastorizzo, de dos disparos. Para los jueces se trató de un plan «pre ordenado» y ejecutado con frialdad. Argumentaron que durante el juicio, la acusada eligió la estrategia de desvirtuar los hechos con declaraciones confusas y por momentos falsas.
Sin arrepentimiento tras el crimen
«El comportamiento posterior de la imputada, quien lejos de auxiliar por sus propios medios o de solicitar aunque sea de manera anónima la emergencia médica para atender a la víctima, se alejó del lugar de modo presuroso sin alertar a nadie de lo acontecido ni siquiera en los instantes posteriores, desnudando de esa forma su falta de arrepentimiento en el momento por lo ocurrido», mencionó el Tribunal integrado por Mauricio Derudi, Arturo Dumón y Alicia Vivian.
Asimismo, los jueces explicaron la dura pena al señalar que «el accionar mortal fue dirigido hacia una persona joven, a un adolescente -igual que la propia encartada- con ambiciones y proyectos de vida que se han visto fulminados por el actuar reprochado«.
Contradicciones
Al hablar de las contradicciones, los jueces manifestaron que la imputada «ha incurrido en serias contradicciones que ponen seriamente en crisis su credibilidad, quedando evidenciado que Nahir Galarza fue acomodando su versión de acuerdo a lo que informaban los elementos de prueba que se fueron incorporando, con el claro afán de procurar que sus dichos puedan encontrar una explicación posible en el marco de la información que aportaba la prueba, aunque descuidando que de esa forma su relato no guardaba coherencia con lo anteriormente declarado».
Más aún, los jueces indican que «lo primero que pretendió Nahir Galarza luego de ocurrido el hecho no fue evitar que se sospeche de su padre, sino alejar cualquier sospecha respecto de ella, lo cual se aprecia con absoluta transparencia de los dos mensajes de WhatsApp que escribiera hacia el teléfono de Fernando Pastorizzo a las 5:52 horas del día 29 de diciembre, es decir, con la víctima ya fallecida, consignando «La podes cortar?» y «Ya te dije q no me vi con nadie», reproduce Maximaonline.
También los jueces rechazan la hipótesis del accidente y establecieron «que el arma secuestrada se encontraba en perfectas condiciones de funcionamiento».
El vínculo
Para el Tribunal «queda corroborado que la relación entre Fernando y Nahir, iniciada aproximadamente en el año 2013 a estar a la leyenda impresa por la misma encartada a la foto, perduró hasta al menos el día 25 de diciembre de 2017, desarrollándose durante todo ese lapso con algunos desencuentros propios de cualquier pareja, pero que en modo alguno han significado una interrupción seria de la vinculación, de manera tal que puede considerarse a la misma como estable y permanente».
«Se puede concluir de modo categórico y con absoluta certeza, que la relación afectiva existente entre Nahir Galarza y Fernando Pastorizzo, reúne las notas características propias de una «relación de pareja» en el sentido jurídico que debe asignarse a tal expresión, absolutamente respetuosa y en consonancia con la finalidad que ha tenido el legislador al sancionarla», remarcan los jueves.
«En primer lugar se encuentra certeramente comprobado que, entre ambos, existía una relación íntima y afectiva que rebasaba con holgura los límites de una relación de amistad.
En ese sentido se debe tener en cuenta que no se ha discutido la afectividad e intimidad que existía entre ellos, aspectos que fueran reconocidos por la misma imputada al prestar declaración durante el debate, indicando incluso que con Pastorizzo tuvo su primera relación sexual a los 16 años de edad», indican los magistrados.
Cómo ejecutó el crimen
«Nahir Galarza efectuó citas que fueron desvirtuadas», dice uno de los magistrados. «Se ha probado que el arma no la llevaba Fernando Pastorizzo, que la imputada no fue arrojada por aquél por la escalera. En la misma línea, está comprobado con las fotografías tomadas de toda la escena, que la moto no zigzagueó, como dijo la imputada, y que al caerse, la moto estaba parada, lo que también pone en crisis los dichos de la encausada».
Sobre la madrugada del crimen, uno de los jueces expresó que «cuando la acusada concurrió a la casa del fallecido la noche del 28 de diciembre, lo hizo en el marco del plan criminal que empezó a elaborar desde que Fernando le dijo que no seguía más con la relación«.
Argumentaron que Galarza escogió el escenario ideal para ultimar a Fernando, «un lugar apropiado y luego de haber restaurado la confianza con éste, extrayendo el arma cuando el occiso frena la moto, y disparando a quemarropa sin sospechar la víctima que algo así podía ocurrir; ello fue parte de un plan pre ordenado, rematando al fallecido en el piso, y destacando que los dos disparos que se efectuaron fueron certeros y directos al corazón».