Ilustrativa
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En la Argentina, el cáncer de mama es el más común entre las mujeres y el cáncer de mayor volumen en incidencia, con alrededor de 19.000 casos nuevos todos los años, según estadísticas oficiales. Esto se traduce en dos diagnósticos nuevos cada hora.

 

La buena noticia es que, detectado a tiempo, el cáncer de mama puede curarse en más del 90% de los casos, de acuerdo con datos publicados por la Sociedad Argentina de Mastología.

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Se han dado pasos agigantados en la lucha contra este tipo de cáncer, con avances trascendentales en diagnóstico por imágenes, un mayor conocimiento de la biología molecular de los tumores y el desarrollo de terapias dirigidas.

 

Detrás de estos progresos se manifiesta un cambio de paradigma: el foco de atención creciente de la medicina sobre la calidad de vida de la persona. Antes, había que ganar una guerra y las consecuencias de la batalla pasaban a segundo plano. Ahora, nos preocupa mucho el “cómo” y el “a costa de qué”.

 

En este sentido, uno de los objetivos actuales es “desescalar” los tratamientos: descubrir cuál es el abordaje con menor intensidad y mayor efecto terapéutico, para una mejor tolerancia del paciente, y menos efectos adversos y complicaciones. Paralelamente, se han desarrollado terapias de sostén efectivas para paliar los síntomas. Antes, por ejemplo, era muy común sufrir de náuseas y vómitos por la quimioterapia; hoy, hay tratamientos que logran erradicarlos por completo. En las mujeres, uno de los efectos adversos que más molesta de la quimioterapia es la alopecia y, en las últimas décadas, se han ideado medidas muy sencillas para prevenirla, por ejemplo, el uso de cascos fríos durante la aplicación del tratamiento.

 

Aparte, y en línea con esta búsqueda de “desescalar” los tratamientos y preservar la calidad de vida, gracias a un mayor conocimiento de la biología molecular del cáncer, podemos desarrollar terapias dirigidas. Se han ido descubriendo partículas o elementos de la célula tumoral que pueden ser blanco de los tratamientos. El ejemplo más clásico es una variante de cáncer que se llama Her2 positivo. El Her2 es una proteína en la membrana de la célula del tumor. Hace muchos años que se crean anticuerpos monoclonales dirigidos a estas células, como si fuesen misiles. Y hay muchas otras líneas de investigación para desarrollar anticuerpos monoclonales cada vez más específicos. Otro avance importante en los últimos años es la inmunoterapia, que utiliza sustancias producidas por el cuerpo o en un laboratorio para mejorar el sistema inmunitario, y ayudar al organismo a encontrar y destruir las células cancerosas.

 

De la otra orilla, enfrentamos aún muchos desafíos. Hay ciertos tipos de tumores que no responden a los tratamientos existentes. Por suerte es un porcentaje bajo de los casos, pero son los de peor pronóstico. La frontera está allí, en conocer mejor la biología molecular de estos tumores, descifrar por qué no responden, y encontrar terapias específicas.

 

Los tumores muy pequeños e iniciales también nos plantean dilemas: ¿estaremos sobretratándolos? Los tratamientos pueden dejar secuelas y, quizás, no eran necesarios. El desafío en este caso es descubrir cuáles realmente merece la pena tratar.

 

Por último, no hay avances claros sobre la génesis del cáncer de mama, por qué aparece. Si bien vamos mejorando nuestra respuesta con tratamientos cada vez más efectivos, sigue siendo una enfermedad que no está vencida por completo. Nos falta aprender y mejorar, con el foco siempre puesto en la calidad de vida del paciente. Argentina, el cáncer de mama es el más común entre las mujeres y el cáncer de mayor volumen en incidencia, con alrededor de 19.000 casos nuevos todos los años, según estadísticas oficiales. Esto se traduce en dos diagnósticos nuevos cada hora.

La buena noticia es que, detectado a tiempo, el cáncer de mama puede curarse en más del 90% de los casos, de acuerdo con datos publicados por la Sociedad Argentina de Mastología.

Se han dado pasos agigantados en la lucha contra este tipo de cáncer, con avances trascendentales en diagnóstico por imágenes, un mayor conocimiento de la biología molecular de los tumores y el desarrollo de terapias dirigidas.

Detrás de estos progresos se manifiesta un cambio de paradigma: el foco de atención creciente de la medicina sobre la calidad de vida de la persona. Antes, había que ganar una guerra y las consecuencias de la batalla pasaban a segundo plano. Ahora, nos preocupa mucho el “cómo” y el “a costa de qué”.

En este sentido, uno de los objetivos actuales es “desescalar” los tratamientos: descubrir cuál es el abordaje con menor intensidad y mayor efecto terapéutico, para una mejor tolerancia del paciente, y menos efectos adversos y complicaciones. Paralelamente, se han desarrollado terapias de sostén efectivas para paliar los síntomas. Antes, por ejemplo, era muy común sufrir de náuseas y vómitos por la quimioterapia; hoy, hay tratamientos que logran erradicarlos por completo. En las mujeres, uno de los efectos adversos que más molesta de la quimioterapia es la alopecia y, en las últimas décadas, se han ideado medidas muy sencillas para prevenirla, por ejemplo, el uso de cascos fríos durante la aplicación del tratamiento.

Aparte, y en línea con esta búsqueda de “desescalar” los tratamientos y preservar la calidad de vida, gracias a un mayor conocimiento de la biología molecular del cáncer, podemos desarrollar terapias dirigidas. Se han ido descubriendo partículas o elementos de la célula tumoral que pueden ser blanco de los tratamientos. El ejemplo más clásico es una variante de cáncer que se llama Her2 positivo. El Her2 es una proteína en la membrana de la célula del tumor. Hace muchos años que se crean anticuerpos monoclonales dirigidos a estas células, como si fuesen misiles. Y hay muchas otras líneas de investigación para desarrollar anticuerpos monoclonales cada vez más específicos. Otro avance importante en los últimos años es la inmunoterapia, que utiliza sustancias producidas por el cuerpo o en un laboratorio para mejorar el sistema inmunitario, y ayudar al organismo a encontrar y destruir las células cancerosas.

De la otra orilla, enfrentamos aún muchos desafíos. Hay ciertos tipos de tumores que no responden a los tratamientos existentes. Por suerte es un porcentaje bajo de los casos, pero son los de peor pronóstico. La frontera está allí, en conocer mejor la biología molecular de estos tumores, descifrar por qué no responden, y encontrar terapias específicas.

Los tumores muy pequeños e iniciales también nos plantean dilemas: ¿estaremos sobretratándolos? Los tratamientos pueden dejar secuelas y, quizás, no eran necesarios. El desafío en este caso es descubrir cuáles realmente merece la pena tratar.

Por último, no hay avances claros sobre la génesis del cáncer de mama, por qué aparece. Si bien vamos mejorando nuestra respuesta con tratamientos cada vez más efectivos, sigue siendo una enfermedad que no está vencida por completo. Nos falta aprender y mejorar, con el foco siempre puesto en la calidad de vida del paciente.

Artículo escrito por el Dr. Ignacio Mc Lean (Mat. 84.905) Médico cirujano, especialista en mastología, docente de cirugía de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral, jefe del Servicio de Cirugía Mamaria y director del Centro Mamario del Hospital Universitario Austral.

 

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