La jornada tuvo como finalidad generar conciencia en los más pequeños mediante el uso de metodología pedagógica sobre el muñeco «Quitapenas» basada en el Cuento de Ramón Preocupón
Sonia Goette habló con SOLNoticias sobre la actividad que se realizó en Plaza Sarmiento junto con el Hospital San Francisco de Asís y niños de las escuelas primarias, en el marco del Día Mundial de la Salud.
Goette comentó que la consigna era “Hablemos de Salud Mental”. “En ese contexto pensamos en una actividad para trabajar con chicos de las escuelas de Crespo, participaron alumnos de cuarto grado y también participaron chicos de la Escuela de Educación Integral así que la consigna era un poco relacionada a esto, el poder hablar”, detalló . Agregó que la salud es un concepto amplio, y que no se trata solamente de la ausencia de enfermedad, sino que también tiene que ver con la prevención y el bienestar general, “la salud mental está en ese contexto también, es parte de la salud y la consigna era trabajar desde lo preventivo, de poder contar lo que nos pasa, de poder hablar de las emociones, de hablar con alguien, de generar esa posibilidad de expresar miedos, preocupaciones, temores”, dijo.
Como la actividad estaba pensada para trabajarla con chicos de entre ocho y nueve años, tomaron la idea de una tradición de Centroamérica, de Guatemala, que se basa en la utilización de unos pequeños muñecos para niños que reciben el nombre de Quitapena o Quitapesares, “la tradición dice que los niños le cuentan a esos muñecos sus pesares, preocupaciones, miedos antes de dormir, los ponen bajo la almohada y éstos muñequitos utilizando el poder de la creencia les sacan las preocupaciones y pueden dormir tranquilos, es una creencia que en su momento también la trabajamos con adolescentes hace unos años desde el área de adicciones también fomentando que hablar hace bien, libera”, explicó. Siguió diciendo que durante el encuentro leyeron un cuento que retoma la idea de los muñequitos Quitapena para que los niños pudieran entender de qué se estaba hablando, “el cuento se llama Ramón Preocupón, es un niño que se preocupa por todo hasta que la abuela le muestra esto de los muñecos Quitapesares o Quitapenas”.
Muñeco «Quitapenas»
Más allá de eso la consigna tenía dos partes, una era que en grupo lo chicos junto con los docentes puedan armar su propio muñeco Quitapenas, “nosotros llevamos pre armado el muñequito y ellos después lo vestían y lo decoraban”, y por otro lado cada uno individualmente podía pintar un muñeco y responder a la consigna que era “¿Con quienes comparto, puedo contar y hablar de mis miedos?”, que los propios chicos puedan expresarlo. “Ellos se lo llevaron, el muñeco lo armaron ahí, y después se lo llevaron al aula y la seño nos decía que estaban muy contentos ellos de poder llevar el muñeco y turnarse y llevárselo a la casa, compartirlo con la familia, éstas actividades tienen que ver también con lo vivencial así que en ese contexto es que trabajamos lo importante que es poder expresar las emociones, hablar”, dijo.
Ante la pregunta de hasta cuándo se puede utilizar el muñeco Quitapenas respondió que “cuanto más chicos, más está el simbolismo del muñeco , de poder utilizarlo”, pero aclaró que lo ideal es que esto se transforme en un hábito de poder expresar lo que sentimos “porque estamos muy acostumbrados a contar lo que nos pasa, lo que hicimos pero no tanto lo que sentimos, entonces este hábito de poder hablar de las emociones utilizando un muñeco porque es simbólico, que hasta cierta edad se puede utilizar, después lo adolescentes pueden pasar a escribirlo en diario, es otro método, hoy en día con las redes sociales también publican muchas cosas en redes, que tiene sus pro y sus contra, pero son los métodos de hoy en día”. Según consideró Goette, la idea es que se pueda generar el hábito, “es una habilidad en general, una habilidad de comunicación, de hablar de lo que sentimos. Y por eso es importante que ellos lo puedan compartir con los padres porque los padres también tenemos que facilitar esa instancia, y estamos hablando de prevención de salud”.
También opinó que debe existir la voluntad de buscar el tiempo para hablar sobre lo que se siente, “nosotros trabajamos mucho esto en el taller de padres de que hay que buscar el tiempo, dejar de hacer otras cosas para tomarnos ese tiempo porque naturalmente no nos va a surgir porque estamos como en un mundo donde todo el tiempo estamos haciendo cosas, el tiempo parecería cada vez más corto, y esta necesidad de tomarnos el tiempo de hablar con los chicos, de darles espacio que ellos puedan expresarse, pasa desapercibida. Se forma un hábito si uno desde muy chiquito lo va estimulando a hablar de lo que le pasa, estamos fortaleciendo esa capacidad en adolescentes y en adultos después, mucho más saludable”. En ese contexto realizaron la actividad en conjunto con la gente del hospital y la idea era que se puedan llevar esta idea, y trabajar sobre la gestión de las emociones con los niños en el aula.
Cómo gestionar las emociones
Más adelante aclaró que “no se trata de patologizar todo lo que nos pasa, no todo hacerlo enfermedad ni tener un diagnóstico, sino empezar con pequeñas cosas. Estamos en un mundo sobrepasado de actividad, la tecnología que nos ha invadido por todos lados, entonces estamos como híper conectados pero poco conectados con otras cosas que son importantes, estamos híper conectados con la información, con actividades, con publicaciones, con trabajo, no decimos que eso está mal, pero sí tenemos que tener en cuenta la conexión con nosotros mismos, con lo que nos pasa”, explicó. También resaltó que hay muchos adolescentes y adultos con dificultad para expresarse, que generan otro tipo de condición de salud o de trastorno debido a eso.
También consideró que la pandemia dejó algunas secuelas desde lo emocional, “del encierro, la incertidumbre, del miedo, del dolor de lo que se ha vivido en éstos dos años y medio, tres años que todavía estamos atravesando de otra manera. Los dos primeros años fue más enfocado a la cuestión específica de salud física en donde había un montón de medidas de cuidado que no permitían ver esto de que va a pasar después con lo emocional y con la salud mental, ahora se está observando un montón de estas situaciones”.
Y reiteró sobre la importancia de no tomar todo como una enfermedad y sí comenzar a trabajar desarrollando nuevos hábitos de comunicación y habilidades sociales de manera cotidiana. “Para que se genere un hábito, debemos tomarnos el tiempo de mirar simplemente en la casa, cuando los chicos vuelven de la escuela preguntarles qué hicieron pero cómo se sintieron, y con eso ya estamos habilitando a que los chicos naturalicen el expresar las emociones, entender que las emociones no son ni buenas ni malas, son algunas más agradables y algunas menos agradables pero que todas son parte de la vida porque también un poco el mensaje, es que es normal no estar todo el tiempo bien. No es que si estás triste tenes una depresión, tenemos que normalizar hablar de todas las emociones, todas son parte y no podemos estar todo el tiempo contentos”, dijo.
Y finalizó diciendo que la idea es trabajar con mensajes simples, “ocupar el tiempo en familia, en casa o con los hijos, con las parejas, para sentarse y hablar también de lo que uno va sintiendo, y hay que poder escuchar a veces algo que no es agradable pero esto también es parte del ejercicio, el tiempo hay que buscarlo y encontrarlo y después ver qué nos gusta hacer, compartir actividades, salir de las pantallas, al aire libre”.
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