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Todos los cortes de carne vacuna subieron por encima del nivel general de la inflación y en los últimos meses el pollo se disparó un 35,5%.

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La inflación, sobre todo la vinculada a los alimentos, golpea de lleno a los sectores con menor poder adquisitivo. Y, como consecuencia, impacta en el consumo. Un caso testigo es el de la carne vacuna: la demanda por parte de los argentinos de los distintos cortes bovinos se encuentra en mínimos históricos, luego de que los precios crecieran por encima del nivel general de la inflación en los últimos meses. Pero no es todo. El valor del pollo, uno de sus productos sustitutos, creció todavía más: en mayo, acumuló una suba interanual del 86%.


Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), la inflación general fue del 5,1% en mayo y acumuló una variación del 60,7% en los últimos doce meses. En la comparación interanual, se trató del dato más alto desde 1992. El IPC para el Gran Buenos Aires (GBA), por su parte, creció 4,8% en el quinto mes del año, para sumar un alza del 61,2% interanual.

Según consignó el periodista Andrés Randazzo, los precios de los cortes vacunos crecieron por encima de esas cifras en el último año. Un dato no menor dado que, tal como destacan desde el CEPA, el consumo de carne representa entre el 7% (en el GBA) y el 13,3% (noreste) en la conformación del IPC.

Según se desprende del último informe elaborado por la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados (CICCRA), en mayo el precio del asado subió 5,5% mensual y la nalga trepó 5%. “En los demás casos, las subas fueron superiores al 6%”, señaló el estudio, en el que se destacó: “En tanto, en mayo el precio del pollo entero subió 8,3%, una variación muy significativa, aunque más moderada que las verificadas en marzo y abril (15,1% y 12,1% mensual, respectivamente)”.

“En los últimos doce meses los precios de todos los cortes cárnicos considerados en el IPC-GBA aumentaron a un ritmo superior al del nivel general, con excepción de las hamburguesas congeladas. El precio del asado registró un aumento de 62,2% anual, el de la carne picada, 63,3%, el de la paleta, 65,2%, el del cuadril, 66,7%, y el de la nalga, 67,2%”, mientras que, en el caso del pollo, se registró un incremento interanual del 86%, según se indicó.

El incremento del pollo no se trata de un dato menor, ya que actualmente –por una cuestión de precios- los argentinos consumen prácticamente la misma cantidad de carne bovina que aviar. Con este escenario, el aumento en el pollo golpea todavía más a los sectores con menor poder adquisitivo que justamente cambiaron su dieta por su menor valor.

Al analizar las posibles causas de estos incrementos, desde el CEPA hicieron mención a una de las variables que son esgrimidas por los productores: una de ellas, es el aumento de los precios del maíz.

“El precio de la carne se integra, entre otros, por el costo de la vaca, el costo del ternero y el alimento con maíz. Por lo que estiman que la incidencia del maíz en el costo de Hacienda alcanzaría valores cercanos al 8% del costo total. Pero a pesar de estos datos, se observa una correlación estrecha entre precio internacional del maíz y precio de novillito. En efecto, si bien el maíz no resulta ser el único costo en la formación del precio de la carne en mostrador, lo cierto es que pareciera operar como valor de referencia para la determinación del precio final. En definitiva, el incremento del precio del maíz puede explicar una pequeña parte del incremento del precio de la carne vacuna”, remarcaron desde la consultora.

“Distinto es en el caso de la producción porcina y avícola, donde la incidencia del maíz resulta mayor. Para la Bolsa de Cereales, el maíz representa el 21% del precio (de Precios Cuidados) del pollo entero. Según la Universidad de San Martín (UNSAM) un incremento del 10% en el precio del maíz, redunda en un incremento del precio final (sin IVA) de casi el 3% en pollo, de 1,5% en cerdo y de sólo 1,25% en carne vacuna”, agregó el estudio. Otros aspectos que pudieron impactar en la suba del pollo son la mano de obra y los costos por flete.

Consumo en baja
El escenario inflacionario redunda en un escaso consumo de carne vacuna por parte de los argentinos: un indicador que se encuentra en mínimos históricos. De hecho, de acuerdo al informe de CICCRA, en mayo el promedio móvil de los últimos doce meses ubicó el consumo aparente de carne vacuna en 47,9 kilos por habitante al año.

Si bien se ubicó 1,9% por encima del nivel registrado en mayo de 2021, “esto está relacionado con los valores atípicos de exportación (elevados) y de consumo interno (bajísimos) que se registraron en mayo de 2021 y que en esta nueva medición ya quedaron afuera, haciendo que el promedio se recupere”.

De hecho, según el estudio de la cámara sectorial, el consumo se ubica 8,6% por debajo del mismo mes de 2019 (previo a la pandemia) y se derrumbó casi un 32% desde 2009.

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