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Darío Wendler es el autor de un imperdible relevamiento descriptivo en el que intenta expresar cómo el modelo de vida social y las creencias de los Alemanes del Volga, se materializaron en el diseño de la aldea Valle María.

 

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Darío Wendler es el autor de un relevamiento descriptivo, titulado “El templo y la escuela de Valle María, una mirada retrospectiva”, en el que intenta expresar cómo el modelo de vida social y las creencias de los Alemanes del Volga, se materializaron en el diseño de la aldea Valle María (Marienthal); específicamente en la centralidad del pueblo.

Wendler explica que “Para quienes vivimos toda una vida en nuestra Aldea, seguramente es normal y no nos sorprende que el centro de nuestra planta urbana sean dos edificios: el templo (Iglesia) y la Escuela. Cuando vamos a otras ciudades importantes de la región, en general la centralidad son plazas grandes y los edificios que se encuentran en rededor, que representan los distintos poderes de la sociedad. La actual plaza Centenario era desde los inicios el patio de la escuela y de la Iglesia. Durante muchísimos años estuvo perimetrada por un tapial, rejas y portones de acceso. En el diseño urbano, el concepto “plaza-mercado” no estuvo presente en la organización del espacio físico y social de los Alemanes del Volga. Ese “patio de la escuela y de la iglesia” era la intersección y encuentro de dos dimensiones, ejes de la vida, que a continuación desarrollaremos brevemente”, recordó.

Siguiendo su relato, explicó que “Cuando nuestros ancestros diseñaron la planta urbana, allí definieron la centralidad y estilo de vida. Cada edificio representa una dimensión que son los ejes de la vida, para esta comunidad: la vertical y la horizontal. El templo (la verticalidad) es la conexión con todos aquellos valores trascendentes e inmateriales. Representa los valores éticos y morales que gobiernan, rigen o marcan la vida. Y la escuela (la horizontal) el ámbito de los valores sociales, los conocimientos e instrucción necesaria para adquirir las destrezas y saberes. Esa fue también una de las razones que esgrimieron los colonos Alemanes del Volga, ante el Administrador de la Colonia General Alvear, que tenía la misión de ubicar a cada familia en las chacras pertinentes. El gobierno nacional fundamentaba esta organización de la colonia en el concepto: gobernar es poblar, ocupar el territorio, los campos. Mientras que los colonos querían vivir agrupados en aldeas, según su procedencia de la Bergseite (lado derecho y montañoso del Volga) y Wiesenseite (lado izquierdo, de la llanura del Volga). Y según la religión: Aldeas católicas y protestantes”, dijo.

Conociendo más de la historia

Las dos posiciones llevaron varias semanas de enfrentamiento y tensión en el campamento de la Chacra N°100, al punto que amenazaron con irse a Hinojo, provincia de Buenos Aires o Brasil. Y el administrador, Samuel Navarro, llegó a traer al comisario y juez de paz recientemente designado para toda la Colonia General Alvear y una fuerza policial, con la intención de amedrentarlos.

Al fin, después de tensas semanas, el administrador presentó el pedido de los Alemanes del Volga, a la administración central de la colonia en Buenos Aires, la cual autorizó a vivir agrupados en aldeas, quedando como fecha común el 21 de julio de 1878, para las cinco aldeas: Valle María (Marienthal-Vizcachera); Protestante (Protestandörfche-Bauer-Dörfche); San Francisco (Pfeifer- Las Arañas); Spatzenkutter (Marienfeld-Campo María); Salto (Heiligen Kreuz-Santa Cruz-Köhler).

Vivir agrupado en aldeas, permitía y posibilitaba asistir todos los días a la escuela y a la iglesia. Los precarios caminos y rudimentarios medios de transporte no habrían facilitado el traslado de los niños a la escuela, desde las chacras. Algunas ubicadas a varios kilómetros de distancia. Los meses de julio y agosto del 1878 fueron utilizados para establecerse en las chacras 201 y 202, de la actual Valle María.

“Como no contaban con materiales para hacer sus casas, recurrieron a una ingeniosa y creativa idea: cavaron fosos de cuatro metros de ancho por 17,50 de largo y dos de profundidad. Con soportes de varas de sauce, cañas y paja brava y los “pencones” de tierra sobre ella, armaron el techo provisorio. Así las cosas, mediante una escalera cavada en la tierra, pudieron refugiarse del frío y del calor por un tiempo hasta tener ladrillos y materiales para hacer sus casas típicas. Por ello, los vecinos del “Diamante” les pusieron el mote de Aldea Vizcachera. Esto está documentado en varios informes oficiales y cronistas de la época. En agosto de 1878, ya instalados, eligen el primer Consejo Directivo, una especie de gobierno para las cuestiones prácticas”, comentó Wendler.

“Instalados en las Aldeas, quedaron librados de las decisiones del poder del administrador de la Colonia General Alvear, Samuel Navarro. Esto les posibilitó impregnar en el diseño de los solares (manzanas), tamaño de terrenos, ubicación de los futuros edificios, y medidas de las calles, de acuerdo a su concepción de organización urbana”, agregó.

 

La dimensión vertical, la trascendencia: el templo

El Coordinador de Turismo y Cultura de la Municipalidad siguió su apasionado relato marcando que “En las dos manzanas dispuestas para la iglesia y escuela, decidieron levantar una “capilla-oratorio” de 24m x 6m. Construcción sencilla de adobes, cañas tacuaras y techo impermeabilizado con cuero de yeguarizos, dicen las crónicas de Nicolás Gassmann. Esto fue el 28 de noviembre de 1878. Las familias, en su mayoría estaban en las “vizcacheras”, algunos levantando sus viviendas, pero ya pensaron y pusieron recursos para ese valor tan importante: la capilla que representa la trascendencia. En 1880 llega el sacerdote de origen polaco de habla alemana Adalberto Bukowski, para la atención pastoral de toda la colonia y se establece en Valle María. Desde 1883 hasta 1892, la Compañía de Jesús (Jesuitas) asumió la atención pastoral de toda la parroquia que abarcaba la Colonia Gral. Alvear, estableciendo la sede administrativa en Valle María. Fueron los misioneros el Padre Tewes, P. Herman, P. Groegor. El 22 de julio de 1885 se decide construir un templo material de 26m x 12 m, con un espacio para el presbiterio de 10m. El 14 de junio de 1886 se bendijo y colocó la piedra fundacional del templo. Y el 19 de diciembre se inauguró bajo la advocación de la Inmaculada Concepción de la Virgen María”.

Así describe una crónica familiar: “se resolvió en asamblea que cada familia contribuiría con 2.000 ladrillos y $100 en efectivo. Con gran entusiasmo los colonos pusieron mano a la obra y en poco tiempo habían acercado al lugar de la proyectada iglesia 186.000 ladrillos, todos gratuitamente. Grandes montones de arena fueron traídos desde el río Paraná, en carros. Lo mismo cal, chapas de zinc, para techar y otros materiales comprados en Diamante y Paraná.

Cuando todos los materiales estaban reunidos, bajo la advocación de la Sma. Trinidad y la Inmaculada Concepción, el 1 de junio de 1886, se punteó la primera palada en apertura de los cimientos. El 14 de junio del mismo año, el Rvdo. Tewes, en presencia de los Padres Hermann y Groeder, bendijo la piedra basal de la futura iglesia. La nave tendría 26 metros de largo. El coro 10 metros. El ancho exterior 12 metros”. El 19 de diciembre fue solemnemente bendecido bajo el amparo y advocación de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, `por el P. Friedrich Tewes. El 2 de agosto de 1887 se levanta la cruz de piedra mora que se encuentra junto al templo actual.

En dicho año un brote de cólera afectó a toda la población. Los relatos de la memoria familiar nos cuentan: “Aquí ampliamente demostrado el espíritu solidario del santo sacerdote Rvdo. P. Tewes, como fiel pastor de su grey. A cuantos enfermos asistió sin miedo que lo detuviera, ni de día ni de noche, brindando asistencia y consuelo a cientos de personas. Ni bien desapareció el cólera, se presentó la enfermedad de la viruela que hizo estragos entre la gente” …. Se presume largamente los 25 fallecidos durante ese año.

 

La dimensión de la horizontalidad: La Escuela Parroquial

El 26 de julio de 1892, la Compañía de Jesús, transfiere la responsabilidad de la atención pastoral a la Congregación Misionera del Verbo Divino, fundada por el sacerdote alemán Arnoldo Janssen. Asume como párroco el P. Ludger Grüter. Su primera y gran preocupación fue la educación, tanto religiosa como la escolarización de los muchos niños que había en toda la colonia especialmente en Valle María. Debemos saber, que la educación religiosa e instrucción de conocimientos, en los más de 100 años vividos en el Volga, estuvo unido y brindado por los “schulmeister”.

Dicha persona fue originalmente el ayudante-sacristán en el culto religioso y enseñaba a su vez a los niños los conocimientos básicos escolares: lectura, escritura y aritmética. Dictado en lengua alemana. El estado zarista ruso, no se había preocupado por brindar educación e instrucción por lo menos hasta 1880. Ese era el modelo educacional que habían tenido y mantenido con recursos propios (no estatales) por generaciones, en la región del Volga y traían a estas tierras.

Cuando la Congregación del Verbo Divino asumió la administración de la parroquia, que abarcaba toda la Colonia General Alvear, con las cinco aldeas católicas, hacia un año que funcionaba una escuela laica del estado provincial, a 20 metros de la casa parroquial de Valle María. Y dependía del Consejo Escolar de Diamante. Iban pocos alumnos, por varias razones, entre ellas la dificultad de la lengua y exclusión de la instrucción religiosa.

El párroco Ludger Grütter entró en conflicto con el docente a cargo y con las autoridades del Consejo Escolar. La comunidad junto al párroco, deciden crear una escuela parroquial. Alquilaron un galpón desocupado a Conrado Seib de 8x5m. Y se hizo cargo de la instrucción el Hermano Religioso Alexius.

Por la mañana, en castellano, instrucción escolar básica. Y por la tarde, formación religiosa y canto en alemán. Las familias dejaron de enviar a los niños a la escuela pública. Mientras que la escuela parroquial pronto tuvo 70 niños. La inspección del Consejo de Educación no aprobó esta iniciativa, clausurándola por deficiencias edilicias y falta de mobiliario acorde. De todos modos, la comunidad y el párroco decidieron continuar con la iniciativa y este modelo educativo, contra la voluntad y modelo propuesto desde el consejo de educación: escuela laica y en lengua castellana.

Así el 11 de octubre de 1892, se colocó la piedra basal del actual edificio en el solar destinado para dicho fin, a pocos metros del actual templo. Toda la obra se enfrentó con recursos donados por las familias, materiales, mano de obras y mobiliario correspondiente: bancos, pizarrones.

En marzo de 1893 se inauguró la escuela parroquial. Los Hermanos religiosos estuvieron al frente de los niños: Eduardo Quirin, Alexius, Max Peüsser, Landolio Schütte y Borja Dalchen. Y la docente Ernestina Strassener, de las niñas hasta la llegada de las Hermanas Siervas del Espíritu Santo en 1895: Andrea Hegemann, Xaviera Kaup, Scholástica Bechert y Andrea Niemann. Hasta 1954 funcionó bajo dos nombres: Escuela Nº102 “General Alvear” para varones; Escuela Nº103 “Manuel Belgrano” para mujeres, con sus respectivas direcciones a cargo de sacerdotes y religiosas.

En 1954 la escuela se unificó pasando a ser la Escuela Nº102 “Manuel Belgrano”, quedando bajo la dirección del párroco Jerónimo Schonfeld. En 1960, la dirección del establecimiento pasó a mano de las Hermanas Siervas del Espíritu Santo, hasta el traspaso definitivo al Arzobispado en el 2005.

 

Uniendo grandes esfuerzos por un nuevo templo

Crecía la población y la necesidad de ampliar el templo levantado en 1886. En 1899 habían llegado las tres campanas francesas. La factura del importador es A.T. Barelli e Hijo, es del día 2 de junio 1899, figuran cuatro campanas. Probablemente la más chica de 21kg se habrá destinado a alguna capilla o a la escuela parroquial. Las otras tres tienen: la grande de Tono Do de 224,200kg al Sagrado Corazón; la mediana de Tono Mi de 160,100 kg a la Inmaculada Concepción de María; la más pequeña Tono Fa de 101,300 kg a San Francisco de Asís. La factura dice a $ 2 por cada kilogramo. El valor total, con la montadura correspondiente para cada campana fue de $ 1.258, 50.

El templo no tenía torre-campanario, se las ubica sobre un armazón alto, armado con gruesos tirantes de madera, junto a la derecha del templo. La actual torre se comienza a edificar en 1923, inaugurándose el 24 de enero de 1924 con el traslado de las campanas a la torre actual. El revocado y modificación de la “aguja de la torre”, que era de cuatro caras, se produjo en 1956, por una redonda y revocada. En 1955 el párroco P. Jerónimo Schönfeld, tramita ante las autoridades eclesiásticas la autorización para comenzar con el proyecto y planos para un nuevo templo: Nave y Presbiterio.

Lograda la autorización, se organizaron fiestas, quermeses, proyección de películas, rifas y un sinfín de modos de conseguir financiamiento del pueblo, para los materiales que van acopiando. En 1960 se constituyó la comisión Pro-Templo. Los planos fueron confeccionados por la Confederación Argentina de Religiosos “Servicio de Construcciones” (oficina en Sarandi 41 TE 47-6241 Capital Federal). Todas las notas son firmadas por el Gerente Dardo Palavecino.

En septiembre de 1960 comienzan con el replanteo y la excavación. Los hermanos italianos Codaglio Alfisio (nacido en 1908) y Sergio (nacido el 1912), que tenían un carnet expedido por el Colegio de Ingenieros como Artesano Idóneo de la Construcción, fueron los que tenían a cargo la obra, junto al capataz responsable de las tareas el señor Adolfo Sequín (nacido el 11/10/1914). Todos residían en Diamante y tenían una Sociedad Constructora de Hecho. También trabajaron en el colegio Stella Maris.

El P. Jerónimo Schönfeld viaja a Alemania, enviando financiamiento para la escuela parroquial y el templo. Asume como párroco el sacerdote Miguel Dittler y da continuidad a la obra. En 1962, con la llegada del nuevo párroco Vicente Keiner retoma con fuerte impulso la obra que avanzaba algo lenta. Renuevan la comisión.

Visitaban a cada familia, el presidente y el párroco, en su tradicional Renault 4 L color beige. Algunos campesinos, solían cerrar con candado la tranquera, algo agotados de las contribuciones e insistencia de Vicente. Se levantan las paredes en torno al templo existente hasta el techo. No se modificó la actual torre. El 24 de octubre de 1971 fue inaugurada por Mons. Ricardo Brochs, obispo de Concordia.

El estilo arquitectónico, con una fuerte impronta ecléctica, corresponde en líneas generales al neogótico. Pero esto no es todo. Este templo guarda en su interior, más precisamente en el ábside (parte abovedada del presbiterio) un magnífico mural realizado por la artista plástica Amanda Regina Mayor. Nacida el 7 de marzo de 1929 en Paraná, desarrolló su actividad docente de inglés, de caligrafía y dibujo ornamental y educación plástica. Comenzó en 1975, en la Escuela Comercio Dr. Carlos Pellegrini. Y fuera de la educación formal, tenía un taller de artes visuales vinculado a la actividad parroquial, que daba de forma gratuito. Se acogió al beneficio jubilatorio el 31 de agosto de 1991. Dicho mural pudo realizarse con la donación del Hermano Religioso Fermín Kranevitter, que había dejado sus bienes testados en favor del templo. Fue bendecido por el arzobispo Estanislao Karlich el 7 de diciembre del 2000, siendo párroco el P. Juan Frank.

 

Breve descripción del mural

El centro, lo ocupa la Imagen de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, patrona del pueblo. La Divinidad Trinitaria, está representada en la Imagen del rostro de Dios Padre, Dios Hijo Jesucristo y Dios Espíritu Santo simbolizada en la paloma.

A los pies de la imagen de María, se encuentran cinco ángeles que representan los cinco continentes, representando el concepto Universal de la Iglesia y la presencia divina en todas las diversas culturas. Completan el mural los arcángeles. Y a ambos lados, dos grupos de personas, dirigiendo sus miradas hacia la centralidad, dando la espalda a quien observe el mural.

Sólo una mujer, de tez morena, de pie y mirando hacia la nave del templo, es decir hacia el ojo del observador del mural. ¿quién es? Ella es Santa Josefina Bakhita, de nacionalidad sudanesa. Fue raptada, esclavizada y vendida tres veces, hasta que llegó a un convento de las hermanas Canosianas en Venecia. Una vida de resiliencia que Amanda nos propone como modelo. Y por debajo registro aldeas, la Imagen del antiguo Templo, Puente sobre arroyo Crespo y molino de familia Rome.

Merecido tiene esta obra y el pueblo de Valle María, la declaración por ley provincial Nº 10756 del 10 de diciembre de 2019: Patrimonio Histórico Arquitectónico de la Provincia de Entre Ríos el Templo de la Inmaculada Concepción y la Casa Parroquial.

Así, este pueblo de Valle María, descendiente de los Alemanes del Volga, proveniente de las antiguas aldeas Marienthal, Graf, Rohleder, Herzog, OberMonjou y Louis, dejaron marcado su impronta en el diseño y traza urbana de su pueblo. Además, trabajaron muy duro por materializar ambas dimensiones (dimensión vertical=Templo y dimensión horizontal= escuela) en edificios que los representan y mantienen por más de 143 años.

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