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La víctima del crimen, Marcelo Cabeza, tenía 49 años. Hallaron su cuerpo calcinado en un auto en la zona oeste de Paraná y sus manos cortadas en el Volcadero.

Un auto en llamas. Un cuerpo calcinado. Dos manos en un basural. Las características del asesinato ocurrido este miércoles por la madrugada en Paraná, definen el rótulo de crimen mafioso, donde no solo importa la muerte de la víctima, sino también el mensaje que se pretende dejar con la mutilación.

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Pero el espanto todavía no encuentra explicación alguna. El dolor y el desconcierto absoluto reinan en el entorno de Silvio Marcelo Cabeza. Ni en su familia, ni en su trabajo ni sus compañeros de militancia política pueden comprender el asesinato del que fue víctima el hombre de 49 años. En la investigación policial no se descarta ninguna hipótesis y por estas horas están concentrados en poder establecer el recorrido de Cabeza en las horas previas a su muerte, en ubicar a los últimos que lo vieron con vida y a determinar con quién se comunicó telefónicamente, entre otros datos que permitirán orientar la pesquisa.

Cabeza trabajaba desde hacía más de 15 años en el Ministerio de Salud de la Provincia, como chofer oficial. Actualmente se desempeñaba en el Programa Sumar, que funciona en calle Belgrano 29, donde conducía vehículos para traslado de personas e insumos.

En esa sede de la administración pública ayer por la mañana nadie podía creer lo que sucedía, algunos lloraban y tanto empleados como altos funcionarios de la cartera de Salud que estaban allí se mostraban azorados y dolidos.

De todas los entrevistas realizadas por la División Homicidios y la fiscal Melisa Saint Paul, no ha surgido que Cabeza haya tenido conflicto serio con alguien, ni que haya estado vinculado a alguna actividad ilícita.

Era padre de dos hijos, se había separado hace unos tres años de su exesposa, con quien mantenía una excelente relación, y estaba viviendo con su madre y su hermana en una vivienda de calle Vucetich. Llevaba una vida sin lujos ni ostentaciones. Su principal actividad conocida fuera del trabajo era la militancia en el peronismo. “Compañero de militancia de la seccional 12. Muchas campañas militando, repartiendo boletas, tardes enteras por el peronismo. QEPD y Dios proteja y ampare a tu familia”, se leía entre muchos comentarios y condolencias expresados por sus conocidos en las redes sociales.

Pocos rastros

El hecho se comenzó a conocer alrededor de las 2.30 de la madrugada, cuando un auto ardía en medio de un descampado del barrio Anacleto Medina Sur, por la zona de calle Virrey Vértiz y Los Yaros, cerca de la cancha del Club Ciclón del Sur. Llegaron policías de la comisaría Novena, y mientras esperaban a los Bomberos advirtieron que en interior del vehículo había un cuerpo envuelto en llamas.

Luego de que sofocaron el fuego del Renault Clio, los efectivos de la División Homicidios y de la Dirección Criminalística se hicieron cargo de la escena. El cuerpo se encontraba en posición fetal sobre lo que era el asiento trasero del auto, y a simple vista le faltaban las extremidades superiores.

Los investigadores localizaron a la dueña del auto, quien dijo que su hermano, Marcelo Cabeza, tenía autorización para conducirlo, y se lo había llevado en la tarde del lunes, pero no había regresado a su casa.

A las 7 de la mañana, otra novedad iba a alterar el ritmo de la pesquisa. Un camión municipal recolector de residuos volcó su carga en el Volcadero, y una persona que hurgaba en la basura encontró una bolsa con dos manos. Anoche confirmaron oficialmente que el análisis dactiloscópico arrojó que las mismas pertenecían a la víctima calcinada en el auto, aunque los indicios permitían una sospecha razonable. Por el estado en que se encontraban, las manos habían sido cortadas pocas horas antes, y para tal tarea habrían utilizado una herramienta filosa y de precisión.

Un dato relevante es que el recorrido que hizo el camión que arrojó la bolsa con las manos, fue por barrios de la zona oeste de la ciudad: Anacleto Medina, San Jorge, Gaucho Rivero, Padre Kolbe, entre otros.

El médico forense practicó la autopsia en la morgue judicial de Oro Verde. Al cierre de esta edición se encontraba trabajando para determinar, entre otras cosas, la causa de la muerte. Por la observación inicial, se sospechaba que podría haber sido utilizada un arma de fuego para ultimar a la víctima, y en tal caso se buscaba algún indicio balístico para una eventual pericia de cotejo con el registro de Criminalística. Aunque la acción del calor complicaría también esta prueba.

En cuanto a los últimos pasos que dio la víctima, oficialmente se pudo ubicar a Cabeza a las 19 del lunes en la Plaza 1º de Mayo, en pleno centro de Paraná. La última persona que lo vio fue su hija, a quien llevó hasta ese lugar. Se mencionaba también que lo vieron una hora después en inmediaciones del barrio San Agustín, pero esto no fue confirmado aún.

Entre las 19 y las 2 de la madrugada, se trata de un margen horario muy amplio para establecer el recorrido que realizó en el vehículo, por lo que están tratando de ajustar horas y lugares mediante testimonios.

Por ahora se trata de un misterio no solo en cuanto al autor o autores de este macabro asesinato, sino también en torno a las motivaciones,consignó UNO.

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